¿Qué se antepone primero? La belleza del baile o la gracia con que te desplazas al danzar? Más sonaba la música, más te admiraba. Más bailabas, más me cautivabas. En cierto giro diste tantas vueltas que mi cabeza mareó, caí, pero al segundo inminente todos desaparecieron, la música era un simple tarareo de fondo, y ahí me encontré, nuevamente, contemplando el cuadro que colgaba, como siempre, en mi despacho, al lado del cortinal, con un pocillo.
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